6/02/11

• Entrevista a Susana Baca

LA VOZ DULCE DEL COMPROMISO
Por: Carlos Mejía Gamboa

Producción musical que permitió la entrevista

La presencia de Susana Baca posee algo especial que inunda el ambiente llenándolo de un calor humano excepcional, desbordante de serenidad, amor, franqueza. Su bien atesiturada voz, dulce y encantadora, encierra el misterio de su alma de mujer atemperada por la constancia, por el sacrificio que encierra su humana decisión de artista, por su esmero de pulcritud en el trato solidario y, quizás, por el perfecto modelaje de su ser. Se advierte que el tiempo la ha forjado de un modo grácil proclive a la tertulia, al uso dulce de la palabra amable, al regalo de instantes fraternos.

Y no es menos de esperar de esta reconocida artista peruana que ya lleva casi toda una vida entregando el sentimiento de su arte. Sus comienzos le recuerdan la época del colegio, la de la universidad; pero, no olvida aquellas representaciones dominicales en casa para complacer a los visitantes y familiares. En Susana Baca hay un expreso agradecimiento a su madre por apoyarla en su decisión de cantante, aún cuando ella misma supiera que “todos los músicos que ella había visto se habían muerto de hambre”; pero, esa anuencia materna la condicionó a estudiar Pedagogía. Es en esas circunstancias en que comprende la necesidad de tomar clases de canto y dedicarse definitivamente al arte de modo serio y consecuente.

Ofrecemos a nuestros lectores pasajes resaltantes de nuestra conversación para que por sí mismos puedan convencerse de las expresiones introductorias vertidas por nosotros.

IDENTIDAD CULTURAL Y COMPROMISO ARTÍSTICO
- ¿Hay un estímulo que ha definido tu decisión de dedicarte a la música?
SB: Todo está considerado como determinante e incluye algo más profundo todavía. Hay un momento en que me doy cuenta que nosotros los negros estamos negados en el Perú, no aparecemos por ningún lado. No hemos estado nunca en los libros de Historia. En el colegio las niñas de origen andino podían sentirse muy orgullosas de un pasado y nosotros los negros decíamos pero ¡cómo! Esa inquietud me lleva a recordar –porque yo ya estoy grande– cómo era mi infancia, cómo oía cantar a las tías, acompañarse con cajones de cubiertos y, cuando había una guitarra, cómo hacían voces y coros. Me lleva a recordar, también, cómo esas gentes tenían una manera de seguir el ritmo, una manera de cocinar, una manera de usar hierbas. ¡Una cultura interesante! Eso estimuló mi curiosidad. Primero me acerqué a mi madre, le pedí que me contara lo que sabía y nos quedábamos noches que se convertían en interminables. Posteriormente recorro el Perú. Ahora tengo una cantidad grande de material grabado.
– Hay una época que en Perú algunos estudiosos se preocupan por las manifestaciones afroperuanas. Un compromiso asumido por algunas familias, digamos los Santa Cruz, por ejemplo, permitió romper una postergación a la que estaban condenados los negros.
SB.- Claro. Al hacer eso sientes como que te liberas, ¡liberas memoria! He seguido el paso de otros investigadores, pero a mí me ha tocado la suerte de mostrar esa música al mundo, de mostrarla y ponerla en un nivel que no lo tenía antes.
– El camino que tú has decidido es difícil. Algunos lo han llamado “el camino tortuoso de la música”, ¿cuál es el secreto para lograr éxitos?
SB: Creer profundamente en lo que haces. Eso es y ha sido mi fuerza durante todo el tiempo en el que se me han cerrado muchas puertas. Son incontables esas ocasiones. En mi propio país sobre todo.
– Un colega en Perú decía que “Susana Baca es un símbolo de la música peruana pero más se le conoce fuera que aquí”.
SB: ¿Sabes qué me dicen? Me dicen: “¿cómo siente usted que tenga que venir un norteamericano a decir escuchen a esta mujer?” Para mí es muy grato pero también muy triste. A mí, en esta investigación que hicimos, –que la hago más por Perú que por investigadora, no es mi oficio– me sucedió algo interesante. Iba por la costa del Perú recogiendo material, grabando todo; de repente unos chicos de un grupo estaban tocando e imitando a un grupo de música chileno y al lado, casi a la vuelta de ellos, vivía el último tocador de calabaza del Perú. Un negro maravilloso, ¡un Señor! Él estaba tan cerca y no lo conocían, no lo habían buscado, no sabían su historia. Yo venía desde no sé dónde buscándolo casi a pie. Eso es decepcionante.

LA NUEVA CANCIÓN Y LA POESÍA
– Tengo una curiosidad. Decidiste dedicarte a cantar cuando estabas en la universidad. ¿Has topado con la Nueva Trova, la canción de protesta?
SB: Por supuesto, encontré en la llamada Nueva Canción y la poesía muchas de las palabras que yo quería decir o necesitaba decir. Entonces he usado mucho a los poetas y he hecho adaptaciones que permitan que la música afroperuana vaya ligada a la poesía.
– ¿No será por eso que en Perú la gente toma tu trabajo como elitista? ¿Percibes eso?
SB: Sí, lo he sentido y el tema ha sido tratado en algún lugar. Eso de que Susana canta para la elite. Creo que los que comentaron ésto no estuvieron cuando yo estrené, el 8 de marzo, “María Landó” y cuando fuí a cantarlo a los comedores populares tanto en Comas como en Villa El Salvador y en otras zonas periféricas de Lima. Las mujeres sentían que era su himno, lo bailaban y cantaban; además me preguntaban el por qué no podían verme en la televisión y por qué no había un disco grabado. Como te contaba, las dificultades de encontrar un sello discográfico hizo que mi marido un día creara su propio sello: creamos el circuito alternativo. Ahora encuentras un sinnúmero de jóvenes que trabajando duramente algunos meses al año,recibiendo préstamos de la familia, hacen su grabación, su disco. Después, cuando viene el hecho de que yo estoy en gira internacional y mis discos están en el mundo, entonces recién vienen las disqueras a decirme: “Señora, queremos grabarle...” Pero ya es un poco tarde.

FUJIMORISMO Y ESPERANZAS
– Claro. Porque siempre hay un proyecto personal, ¿no es cierto? Y, dime: ¿qué pasó los últimos diez años? ¿Estuviste en Perú?
SB: Sí, estuve en Perú.
– Esta última década ha sido una década en la que han estado comprometidos casi todos con el régimen, para sobrevivir. ¿Cómo ha sobrevivido Susana Baca a toda esa podredumbre?
SB.- ¡Ay! Hemos tenido que hacer maravillas, maravillas para poder remontar, para poder no dejar el alma, porque entendí que de todas maneras mi trabajo tenía que ser fuera y porque mi público era pequeño; yo no quería plegarme a la cosa comercial, a eso de que “lo negro está de moda”, ir a mover la cintura con falditas muy cortas. Nada de esa cosa podía ir conmigo.
– Y entonces ¿cómo sentiste el “baile del chino”?
SB: No me lo recuerdes, ha sido una cosa sin compás ni nada. En los primeros momentos en que sale Fujimori, tuve algo de esperanzas. No voté por él. Pero para su segundo período sí. Allí empezó todo. Durante su primer gobierno la gente no tenía el alma en el piso como al final de su período. Nos entusiasmamos tanto que en el segundo período lo apoyamos. Pensamos que luego disfrutaríamos. A la gente que se queda en el poder, conforme a esta experiencia, o que alguna vez tiene el poder, como que les da un virus, les da una enfermedad, no se quieren ir nunca, y además pierden la visión de la realidad. Por otro lado, como músico te preguntas: ¿qué está pasando? y te das cuenta que las cosas que te presentan en los medios no están bien, que hay una realidad distinta. Lo sientes a través del alma. Sabes que la gente está asustada, que tiene tristezas muy grandes. ¡Verse impotentes para solucionar sus problemas!
– ¿Podría decirse entonces que después de esa década te reafirmas en el concepto de que el arte es el medio que capta fácilmente el sentir de la sociedad?
SB: Claro, claro. La música, el arte, te pueden llevar a enriquecer el espíritu, a la reflexión, a mirar el mundo con claridad. Tienes que estar delante de todo, tú tienes que estar adelante para jalar a la gente. Para que la gente despierte.
– ¿No será ese concepto el que te ha servido para que te reafirmes en lo que estas haciendo?
SB: Sí. Podría decir que estoy satisfecha. Aunque a vece siento que estoy echando agua en la arena. No sé pero muchos artistas nos hemos preguntado: ¿de qué sirven nuestro canto, nuestro arte, nuestra obra de teatro, nuestros poemas? Lo único que me hace fuerte es que yo sé que la gente que asiste a un concierto mío, se lleva algo en el alma y les sirve de esperanza para sentir el amor, para sentir que no están solos.

SOBRE “ESPÍRITU VIVO”
– En tu última producción, ESPÍRITU VIVO, hay un verso que me ha llamado mucho la atención: “el fusil del poeta es la rosa”. ¿Es una elección adrede con la que quieres decir algo especial?
SB: Esa canción es un homenaje a Javier Heraud. A él lo conocí personalmente. Era alegre, lleno de vida y un día desapareció. Desapareció para todo el mundo, para sus amigos, sus familiares y, de pronto, nos enteramos de que muere acribillado en Madre de Dios. Eso nos planteó una serie de cosas a los artistas de esa época. Yo miraba mucho a los poetas, me agradaba conversar con ellos. Porque ellos significaban la rebeldía, estar en contra de lo establecido. Yo de alguna manera sentía eso y me plegaba a ellos, a César Calvo, a Antonio Cisneros... Los admiré y los sigo admirando hasta ahora. Pues, Javier Heraud fue también eso. Es algo de lo que te toca hacer en la vida. Tú eres el único que eliges y dices voy a continuar con mi música, con mi obra.
– ¿Cómo defines tu última producción?
SB: ESPÍRITU VIVO tiene ingredientes interesantes como el de haber juntado dos temperamentos que son muy diferentes. A dos músicos que hacen jazz y se emocionan con nuestra música. Les invitamos a participar desde el segundo disco que es “Eco de sombras”, pero esta vez queríamos estar juntos. Con Marc Ribot y John Medeski nos encontramos en Nueva York y tuvimos sesiones inagotables, para compenetrarnos y, de pronto, acontece lo del 11 de setiembre. Nosotros empezamos a grabar el 12. Fue terrible, nos conmocionó. Nosotros ya habíamos vivido algo parecido. Fue como retroceder a años anteriores en que salíamos de casa sin saber si regresaríamos, por eso entendemos exactamente lo que está pasando también en Israel, en Palestina, lo que pasó en los Balcanes; sin embargo, nos duele que se retribuya la intolerancia con más intolerancia. La clase dirigente de este mundo está mal.

En esos días cantamos y la música nos dio una fuerza muy grande para tomar conciencia de nosotros mismos. El poema “Si me quitaran totalmente todo”, de Alejandro Romualdo, yo lo elegí hace ocho meses atrás, lo grabamos el día 12 de setiembre. Sentimos como que ese poema se hubiera hecho en ese momento o en los momentos más difíciles del mundo. Ese poema que habla de perderlo todo pero que al final queda el amor y la esperanza.