19/02/11

• El legendario libro de los Quiché


MEMORIA INNEGABLE DE UN CONTINENTE
Por: Carlos Mejía Gamboa

Imaginar a las culturas indoamericanas desde una óptica de la civilización occidental –para los americanos debe ser oriental–- es hacer de ellos pueblos salvajes, ajenos a todo proceso de desarrollo humano, y catalogarlos, si se quiere, como grupos humanos atrasados. El desconocimiento de esas realidades, permite este tipo de apreciaciones que para muchos resultan aberrantes; para otros, como es nuestro caso, son expresiones indudables de la forma cómo se ha conservado esa ignorancia del mundo que les rodea.

Al tiempo del polémico descubrimiento de un nuevo continente, desde hace un poco más de quinientos años llamado "América", los pueblos allí arraigados no se encontraban en atraso a pesar de estar aislados del resto del mundo. Eso se puede comprobar fácilmente con la observación de la arquitectura, las redes de caminos, la organización política y social, además de los logros en el plano intelectual. De modo palpable lo demuestran los Inkas en Perú, los Aztecas en Méjico, los Mayas en Yucatán y Guatemala, entre otros. En este sentido, es fácil comprender que el proceso de conquista de esos territorios ejerció un poder destructivo sin límites, los pueblos o grupos de pueblos fueron esclavizados y ciudades como Tenochtitlán, Utatlán, Cuzco, fueron arrasadas, saqueadas, incendiadas; sus mejores hombres acribillados, su nobleza eliminada, sus templos humillados, sus archivos desaparecidos...

En ese contexto de barbarie, los misioneros cumplieron una labor fundamental de destrucción del orden espiritual vigente para reemplazarlo por el de la evangelización, fin al que sirvieron titánicamente. Pero en ese orden, ellos también redujeron a cenizas todo aquello que representara permanencia de las antiguas creencias, aunque con algunas excepciones se mostraron inclinados a conocer las tradiciones, las expresiones artísticas, las costumbres, los usos, de aquellos pueblos vencidos. Entre ellos destacan Torquemada, Las Casas, Sahagún. En sus obras hay muestras de poesía, oraciones, invocaciones, de los anturales; pero, el verdadero pensamiento manifestado en canciones, leyendas, cuentos, han sido recogidos no hace mucho tiempo atrás, extraídos de todo lo que hasta ahora se conserva en los países americanos. Por otro lado, no es de olvidar que las culturas mesoamericanas, por mencionar un sector importante, poseían escrituras que les servía para determinar su comercio, su calendario, sus ciclos agrícolas, su geografía y su historia, prueba de ello es que en algunas bibliotecas europeas se encuentran originales de auténticos libros impregnados de escritura jeroglífica que inclusive ha sido descifrada. Con el aprendizaje del castellano, muchos indígenas pudieron transmitir con mayor facilidad datos que sólo ellos conocían y que, sin duda, se remontaban a tiempos inmemoriales.

HALLAZGO DEL POPOL VUH
En la actualidad, no cabe la menor duda de que el Popol Vuh, "es el libro indígena más importante de América" o, como lo dice Hubert Howe Bancroft, "...una de las más raras reliquias del pensamiento aborigen". Es un libro religioso e histórico: se le puede comparar con la Biblia. Rebaza su carácter arcaico puesto que sus leyendas se repiten en la actualidad en el mundo maya, reafirmando un mundo espiritual acorde al mundo material construido hace muchas centurias. Se considera que las historias que la conforman fueron transmitidas de forma oral de generación en generación, hasta que fue escrita en años siguientes a la Conquista, en lengua quiché pero utilizando la grafía del castellano, y quien lo habría recibido de primera mano fue el cura Francisco Ximénez, dominico llegado a Guatemala en 1688 a desempeñar el sacerdocio en Santo Tomás de Chuilá, ahora de Chichicastenango. Con avidez indudable, este cura habría leído ese libro, ya que conocía el idioma quiché, y lo tradujo pacientemente al castellano; el texto original quiché desapareció. El cura Ximénez escribió, también, otros libros relacionados a los pueblos Cacchiquel, Quiché y Tzutuhuil, en los que hizo un estudio comparativo de sus idiomas; esto permite no dudar de que la traducción que hiciera el citado dominico es casi exacta. Por la confrontación de fechas y personajes contenidos en el manuscrito de Ximénez, algunos autores deducen que el Popol Vuh fue escrito en quiché(con grafía del castellano) por el año 1544.

TRADUCCIONES DEL POPOL VUH
Como es lógico pensar, estos trabajos habrían quedado refundidos en espera de su publicación y quedaron postergados en el olvido después de la muerte del cura Ximénez. Hubieron de transcurrir muchos años hasta que en 1854, el Dr. Carl Scherzer, austriaco, los tradujo y los publicó, en Viena en 1857, como “Las Historias del origen de los indios de esta provincia de Guatemala”. Un año más tarde, Charles Étienne Brasseur de Bourbourg, tiene acceso al manuscrito de Ximénez, lo traduce al francés y lo publica como “PopolVuh. Livre Sacré et les mythesde l'antiquité américaine”. Esta publicación tuvo mucha acogida, pero  sirvió para difundir la existencia de tan maravilloso texto, y estimuló a los círculos científicos hacia el tema. De esta edición francesa fue traducida al alemán, en 1913, por Noah Elieser Pohorilles y publicada en Leipzig; otra versión alemana la hizo el Dr. Leonhard Schultze-Jena, como profesor de la Universidad de Marburg, y la publicó en Stuttgart en 1944 como “Popol Vuh. Das heilige Buch der Quiché Indianer”. Algunos estudiosos reconocen que esta última versión es más fidedigna que la francesa porque el Dr. Schultze-Jena tuvo a la vista una copia fotográfica del manuscrito de Ximénez.

En 1925, Georges Raynaud, también publicó una versión francesa del Popol Vuh. Al castellano fue traducido por J. Antonio Villacorta y publicada en Guatemala en 1927 con el nombre de “Manuscrito de Chichicastenango. El Popol Buj”. La edición más exacta se dice que corresponde a Adrián Recinos y apareció en Méjico en 1947. De esta edición se hizo la traducción al inglés, en 1950, y fue editada por la Universidad de Oklahoma (USA) bajo el título “Popol Vuh. The Sacred Book of the Ancient Quiché Maya”.

Posteriormente se hicieron traducciones a otros idiomas, logrando su universalidad.

CONTENIDO DEL POPOL VUH
Las versiones difieren de unas a otras, en el ordenamiento de las historias relatadas; así, por ejemplo, Emilio Abreu Gómez, lo hace en dos partes: Los Abuelos y Los Magos. Adrián Recinos lo divide en tres partes y por ser un autor referencial para los demás, vamos a dejar a él la descripción del contenido del Popol Vuh. Dice: "La primera (parte) es una descripción de la creación y del origen del hombre, que después de varios ensayos infructuosos fue hecho de maíz, el grano que constituye la base de la alimentación de los naturales de México y centroamérica. En la segunda parte se refieren las aventuras de los jóvenes semidioses Hunahpú e Ixbalanqué y de sus padres sacrificados por los genios del mal en su reino sombrío de Xilbalbay; y en el curso de varios episodios llenos de interés se obtiene una lección moral, el castigo de los malvados y la humillación de los soberbios. Rasgos ingeniosos adornan el drama mitológico que en el campo de la investigación y expresión artística no tiene rival en la América precolombina. La tercera parte no representa el atractivo literario de la segunda, pero encierra un caudal de noticias relativas al origen de los pueblos indígenas de Guatemala, sus emigraciones, su distribución en el territorio, sus guerras y el predominio del araza quiché hasta poco antes de la conquista española. En esta parte se describe también la serie de los reyes que gobernaban el territorio, sus conquistas y la destrucción de los pueblos pequeños que no se sometieron voluntariamente al dominio de los quiché".

UN FELIZ ENCUENTRO (Anécdota personal)
Entre las cosas que suelen sucederle a uno, hay algunas que merecen no dejarlas de lado o refundirlas en el desván de los agradables recuerdos. La aparente imposibilidad de explicarlas puede conllevarnos a profundizar sus significados, importantes unas veces y trascendentales otras. Hace poco, cuando por un impulso casi instintivo salí corriendo de casa para hurgar entre trastos viejos que se ofertan en algún lugar de esta ciudad (Berlín), no imaginé que me toparía con el libro indígena más importante de América: el Popol Vuh. Conocido también como Libro Sagrado, Libro del Consejo, y seguramente como Libro Nacional; se ha impuesto su denominación tomada de dos palabras del quiché, que puede considerarse como inamovible reivindicación a su inmemorial y legendario origen. Desde luego, ese hallazgo ha conmovido profundamente mi cosmovisión andina y ha fortalecido mi identificación natural con los grupos étnicos que perviven enclavados en la bastante castigada superficie latinoamericana, enriqueciéndola con la cosmogonía, mitología, relación de migraciones y crónica de sus protagonistas.

Allí está representada la grandeza de la espiritualidad maya y, aunque se ha pretendido crear controversias en base a la existencia de un código escritural, es posible que más de una de sus leyendas contenidas sean todavía transmitidas de manera oral; sin embargo, hay que reconocer que gracias a su conservación en la biblioteca de la iglesia de Santo Tomás de Chichicastenango, en Guatemala, ha podido llegar a enriquecer la sensibilidad religiosa, histórica, fabulosa, de cientos de estudiosos y millares de curiosos. No podemos dejar de imaginar a Pedro de Alvarado incendiando la ancestral Utatlán, persiguiendo y ahorcando a los nobles quichés, acosando a otros muchos en la toma de esa ciudad; mientras, el secreto de la creación de ese mundo, obra de Tepeu, Gutumaz y Hurakán era soterrado para la posteridad.

El texto que tenemos es una versión adaptada a la forma literaria contemporánea, que viene a ser el resultado de muchas revisiones, estructuraciones, con la finalidad de hacerla más comprensible y facilitar su difusión.

En estos tiempos en que Centroamérica ha llamado la atención en voz de sus pueblos indígenas, hemos comprendido que no se debe adoptar solamente una posición contemplativa y así como hay motivos para solidarizarnos por sus necesidades materiales, se nos abren senderos hacia el encuentro de un gran potencial espiritual que puede ayudarnosa vivir en armonía y que ellos nos brindan desde la distancia de los siglos. El Popol Vuh es instrumento que nos conduce a una concepción del mundo a partir de la creación, la vida y la supervivencia contraponiendo una especial sensibilidad a la frialdad moderna del alma.

(Chasqui-abril-1999)