14/11/11

• Pasiones Pirurupúnticas II

DEBO

¿Debo crucificar tu silencio
en el madero de mis alegrías
para entender que me amas
en polifónico secreto?

¿Debo quebrar la Luna,
espejo de mis oníricos vuelos,
para considerar a las estrellas
diamantes de tu verbo cautivo?

¿Debo gritar tu nombre
en el espacio cóncavo del ande,
para tocar la fibra de tu alma
y me respondas con dicha?

¿Debo blasfemar al viento
que avasalla mis curtidos días,
para que no se lleve solitario
el encanto de tus pupilas?

¿Debo guardar mil silencios
que ya acarician mis noches,
para descubrir el eco de tus labios
asesinando mi testaruda espera?



AMAR A MÁS DE UNA

Ay, pobre de mí,
efímero mortal,
condenado
al amor único y total;
insatisfecho
de amar sólo a una,
placer de un egoismo
sin fortuna.

¿Qué es de la noche sin estrellas?

En ella refulge
una imponente Luna
que sola, sin séquito,
lánguida sería,
ausente, triste y taciturna...
pero, no está sola
para mi regocijo.

Ya aguardo
en ella reflejado verme,
y quisiera
mi corazón la emulara,
para no sentir
que es malo,
muy malo,
amar a más de una.


TU TERNURA

El silencio cunde con ternura,
alguna avecilla extraviada vuela,
el viento ya mece los arbustos
y los eucaliptos le hacen reverencia.

Los techos franquean sus resquicios
compitiendo con las Nubes de Shanán;
los primeros, delatan la comida hecha;
los segundos, la lluvia que vendrá.
Entretanto, las calles empedradas
que a mis pasos aceptan amorosamente
se convierten en cajas acústicas del alma
invitando al recuerdo y ensoñación.

¿Por qué he vuelto? ¿Por qué estoy aquí
hurgando en el ovillo del pasado
el comienzo de mi felicidad?
He venido a eso... ¿sólo a eso?
“No sólo a eso” –tu paisaje me lo dice–
he venido a llenar mi incompleto cariño
con aires de tu ser ancestral,
con mieses de tu portento maternal,
con el afecto infinito de tanto ausente,
con el silencio cundido de ternura…

¡Oh, Aija, manantial de mi locura!

(Del poemario “Pasiones Pirurupúnticas” - 2011)